Las redes sociales han sido testigo de una nueva tendencia viral: la conversión de fotografías personales en ilustraciones con la estética característica de Studio Ghibli. Con un aire nostálgico y tierno, estas imágenes han conquistado a miles de usuarios que admiran el estilo de películas icónicas como Mi vecino Totoro o El viaje de Chihiro. Sin embargo, más allá de su encanto visual, el uso de inteligencia artificial (IA) para crear estas imágenes plantea serios cuestionamientos éticos, legales y ambientales.
¿Quién es el verdadero autor? La controversia sobre la propiedad intelectual
Para comprender el alcance de esta tendencia, es clave entender cómo operan los modelos de IA generativa como DALL·E, Midjourney o Stable Diffusion. Estas plataformas se entrenan con vastos bancos de imágenes extraídas de internet, muchas veces sin el consentimiento expreso de los autores originales.
Kate Crawford, en su obra Atlas of AI, advierte que estas tecnologías no son neutrales y operan dentro de relaciones de poder y estructuras económicas donde la autoría se diluye. Según Rafael Alberto Méndez-Romero, decano de la Escuela de Ingeniería, Ciencia y Tecnología de la Universidad del Rosario, este fenómeno genera un vacío legal: “Cuando hablamos de ilustraciones al estilo Ghibli, estamos replicando un trabajo artístico construido a lo largo de décadas. Sin la autorización directa de sus creadores, se trivializa el esfuerzo de los artistas y se abre un debate sobre la infracción de propiedad intelectual”.
El auge de estas herramientas pone sobre la mesa la necesidad de actualizar la legislación sobre derechos de autor y definir qué constituye un uso legítimo y qué representa una violación de la propiedad intelectual.

Privacidad y uso de datos: ¿dónde termina la imagen generada?
Otro punto de controversia gira en torno a la privacidad de los usuarios. Aunque empresas como OpenAI aseguran que las imágenes cargadas en sus plataformas no se utilizan para reentrenar los modelos, persisten dudas sobre el almacenamiento y uso de estos datos.
“Más allá de la imagen final, estas plataformas recopilan metadatos y patrones de comportamiento que pueden ser monetizados”, advierte Méndez-Romero. Este fenómeno, conocido como extractivismo digital, convierte la información personal en un insumo valioso para optimizar algoritmos, cuyo funcionamiento es poco transparente.
El miedo a que este tipo de imágenes sean solo la punta del iceberg en términos de vigilancia y manipulación digital sigue latente entre los expertos en tecnología y ciberseguridad.

El impacto ambiental de la IA generativa: una huella invisible
El procesamiento de imágenes mediante inteligencia artificial también tiene un costo ambiental considerable. Investigaciones de la Universidad de California, Riverside, revelan que la generación de una sola imagen con IA puede consumir entre 2 y 4 litros de agua, utilizada para enfriar los servidores que ejecutan estos procesos computacionales intensivos.
Méndez-Romero alerta sobre el impacto acumulativo: “Si millones de imágenes con estilo Ghibli se viralizan en poco tiempo, estamos hablando de un consumo de agua alarmante, en un contexto de crisis climática global”. Por ello, es esencial buscar soluciones tecnológicas que reduzcan el impacto ambiental de la inteligencia artificial sin frenar la innovación creativa.

¿Cómo convertir una foto en un personaje estilo Ghibli?
A pesar de los dilemas éticos y ambientales, la IA ha democratizado el acceso a la creación de imágenes artísticas. Para aquellos que deseen experimentar con esta tecnología y verse reflejados en un universo al estilo Ghibli, existen tres pasos básicos:
- Subir la fotografía: Ingresar a la sección de imágenes de ChatGPT y cargar una foto en alta resolución con buena iluminación.
- Solicitar una ilustración tipo caricatura: Pedir al modelo que genere una imagen en estilo caricaturesco, sin mencionar directamente Studio Ghibli para evitar bloqueos por derechos de marca.
- Ajustar el acabado final: Solicitar que se añadan elementos característicos de la animación japonesa con una estética similar a las películas de Studio Ghibli hasta obtener el resultado deseado.
El debate en torno a la IA y su uso en la creación artística sigue abierto. Mientras tanto, millones de usuarios siguen fascinados con la posibilidad de ver sus fotografías convertidas en obras que parecen sacadas de un mundo de fantasía.